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Basílica de San Pedro

Image by Gabriella Clare Marino

Cúpula de San Pedro

La Basílica de San Pedro, eje del cristianismo, se alza majestuosa como uno de los edificios más grandiosos del mundo y la más distinguida de las basílicas papales.

 

Su historia se remonta al siglo IV, cuando el emperador Constantino ordenó su construcción en el lugar donde estaba enterrado San Pedro, martirizado entre el 64 y el 67 d.C.

Tras un largo periodo de abandono de casi 1200 años, en 1506 el Papa Julio II inició la construcción de la actual Basílica.

 

En las obras, que duraron casi 120 años y 20 pontificados, se sucedieron los arquitectos más ilustres del Renacimiento, como Rafael Sanzio (1483-1520), Antonio da Sangallo (1485-1586), Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), que diseñó la cúpula que vemos hoy, y Carlo Maderno (1556-1629), que completó la fachada entre 1608 y 1612. En el siglo XVII, Gian Lorenzo Bernini diseñó la grandiosa plaza de San Pedro, que abraza simbólicamente la Basílica.

 

A pesar de los diferentes diseños y soluciones arquitectónicas, la construcción de la Basílica siempre mantuvo la tradición de tener la tumba de San Pedro en su centro.

 

El acceso a la Basílica se realiza a través de cinco puertas:

  • Puerta de la Muerte: utilizada en los cortejos fúnebres

  • Puerta del Bien y del Mal

  • Puerta Central o del Filarete

  • Puerta de los Sacramentos

  • Puerta Santa: la última a la derecha, abierta sólo durante los años jubilares.

El interior de la Basílica alberga obras maestras de incalculable valor, como la Piedad de Miguel Ángel, el Baldacchino de Bernini y la Cátedra de San Pedro. Con una superficie de 23.000 metros cuadrados, una longitud de 218 metros y una altura de 45 metros en las bóvedas (y 133 metros en la cúpula), la Basílica es un verdadero cofre de arte y espiritualidad.

En 1984, la UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad.

Basílica de San Pedro
La Piedad de Miguel Ángel
Plaza del Vaticano
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